23 de septiembre de 2018

143ª noche - Minibiografía de Fernando Hidalgo

  Desde que, en el año 2002, el Grupo Editorial Norma de Puerto Rico incluyó una de mis fábulas en el libro Sueños y Palabras,  cada año a principio del curso escolar recibo algunos mensajes de alumnos solicitando datos sobre mi biografía para una tarea de colegio. Sirva la breve reseña que sigue para cuantos precisen esta información:


   Fernando Hidalgo Cutillas


  Nacido en Barcelona (España) en 1953
  Médico en Barcelona desde 1976.

  Autor de varias colecciones de fábulas y cuentos: Fábula de la cebra Felipa (la primera, de 1997), Fábula de la serpiente y las gallinas, Fábula de las bacterias anaerobias, La decisión, La profecía, El guapo de Santaella, El último amor, El estudiante de Leyes, El cohete, La sentencia, Fábula de los apresurados, El aguador, Don Cándido, La última cena, etc. hasta unos cien títulos, buena parte de ellos contenidos en la antología TIEMPO EN HISTORIAS (última hasta la fecha, de 2014). 

  Corrector de estilo y fundador del Foro Literario "Letras entre Amigos" y del Blog "Una y mil noches".




29 de julio de 2018

142ª noche - El varón castrado.

Cuando Esther Vilar escribió "El varón domado" en 1971, ahora hace 47 años, fue novedoso el enfoque que presentó de la relación entre hombres y mujeres. 
La idea principal del libro  es que la mujer no es oprimida por el hombre, sino que en realidad es la mujer la que controla al hombre para manejar la relación y esto es algo de lo que el hombre muchas veces no es consciente. Para ello la mujer atrapa al hombre usando estrategias de seducción. En palabras de la autora:

El hombre fue entrenado y condicionado por la mujer, de manera no muy distinta a como Pavlov condicionó sus perros, para convertirlos en sus esclavos. Como compensación por su labor los hombres son premiados periódicamente con una vagina.

Otras estrategias de la mujer son el uso de halagos, administrados cuidadosamente para controlar al hombre, y la utilización de los hijos como rehenes.
El libro recibió amplio eco en la prensa y otros medios de difusión, fue el tercero más vendido en España en 1975, a pesar de que nada verdaderamente importante se contara en él, sólo un punto de vista que podía hacer pensar y sonreír. Por ejemplo, la anécdota con la que empieza:

El MG amarillo limón se inclina y da bandazos. La mujer -joven- que lo conduce lo frena sin demasiada prudencia, baja de él y descubre que la llanta delantera izquierda está en el suelo. No pierde un instante en tomar medidas para la reparación de la rueda: inmediatamente lanza miradas a los coches que pasan, como si esperara a alguien. No tarda en detenerse una furgoneta, al percibir su conductor esa señal de desamparo femenino recogida por todos los códigos («débil mujer abandonada por la técnica masculina»). El conductor nota al instante lo que hay que hacer. «Enseguida estará», dice consoladoramente, y, como prueba de su resolución, pide a la accidentada que le dé el gato. No le pregunta siquiera si ella misma sería capaz de cambiar la rueda: ya sabe que no lo es (la mujer tendrá unos treinta años, va vestida a la moda y bien maquillada). Ella no encuentra gato alguno en su MG, razón por la cual el de la camioneta va a por el suyo; de paso se trae más herramientas, por si acaso. Le bastan cinco minutos para solventar el asunto y colocar la rueda pinchada en el lugar previsto en el MG. Tiene las manos manchadas de grasa. La mujer le ofrece un pañuelito bordado que él rechaza cortésmente. Siempre tiene a mano en la caja de herramientas un trapo y gasolina, precisamente para casos así. Ella da las gracias exuberantemente y pide perdón por su torpeza «típicamente femenina». Si él no hubiera pasado por allí -declara- se habría tenido que quedar probablemente hasta la noche. Él no contesta, sino que, una vez que ella se ha sentado de nuevo ante el volante, le cierra con delicadeza la puerta y aún le aconseja por la ventanilla, que ella ha bajado, que cambie pronto el neumático pinchado. Ella contesta que lo hará aquel mismo día en la estación de servicio a la que suele ir. Y arranca.     El hombre ordena las herramientas en la caja y se vuelve hacia la camioneta, lamentando no poder lavarse las manos. Tampoco lleva tan limpios los zapatos, pues para cambiar la rueda ha tenido que chapotear en una zona de barro; y su trabajo -es representante- requiere calzado limpio. Tendrá que darse prisa si quiere alcanzar al cliente que sigue en su lista. Pone el motor en marcha. «Estas mujeres» -va pensando «no se sabe nunca cuál es la más tonta”; y se pregunta en serio qué habría hecho aquélla si él no hubiera pasado por allí. Acelera imprudentemente -muy contra su costumbre- con objeto de recuperar el retraso que lleva. Al cabo de un rato empieza a tararear algo en voz baja. Se siente feliz de alguna manera.

Ha cambiado mucho la sociedad desde entonces. El drama entre los sexos ha adquirido más importancia que el cambio de una rueda o quién hace la cena. El varón ya no es domado, ahora está castrado. Así se titula el ensayo del periodista José Díaz Herrera escrito en 2006 y editado por Planeta,  del que nadie habla porque no interesa a algunos grupos de presión. Éste es el final del prólogo:

Cuando en 1976 vine a Madrid a trabajar en Cambio16, Pepe Oneto y Juan Tomás de Salas me encomendaron una tarea difícil, la más difícil del periodismo de aquella época: acosar y meter en la cárcel a los golpistas que campaban por sus respetos en los cuartos de banderas de los cuarteles y amenazaban un día sí y otro también con acabar con el régimen de libertades. Se creó entonces el Equipo de Investigación de la revista, y en coordinación con Fernando Rehinlein, de Diario 16, nos dedicamos a limpiar el país de pistolones. En dos ocasiones, los golpistas me descubrieron y me pusieron la pistola en la cabeza para matarme. Luego investigamos a los GAL y el sargento de la guardia civil Manuel Pastrana, relacionado con las tramas, volvió a tenerme a tiro de su automática; Gilbert Perret me arrancó una cámara de fotos en su restaurante de la costa valenciana, la pateó y envió a un grupo de matones a Madrid para liquidarme pero se confundieron y acabaron en la sede de Diario 16.
En 1985 el comandante Ricardo Sáenz de Ynestrillas y un policía golpista vinieron a mi casa de Pozuelo de Alarcón a pasaportarme porque les habíamos descubierto un plan para matar al Rey y a Felipe González en Galicia. Me enteré de ello años más tarde, cuando me lo contó el comisario de Policía de Moratalaz, Antonio Andrade. Años antes, a través de una psicóloga tuvimos una infiltrada en un piso de los Grapo, que permitió las dos principales caídas de la banda, y probablemente que Antonio Pedrol Rius, Antonio Garrigues Walker y que unos cuantos generales del ejército murieran tranquilamente en sus camas o sigan aún con vida. Con el Grapo, sea dicho de una vez y para siempre, acabamos un grupo de periodistas desde Cambio 16 y no la policía, en una etapa en la que Pío Moa había dejado de pertenecer a la banda de matarifes-donde ocupó cargos políticos- e intentaba formar un partido de izquierdas. En 1985 denunciamos al Caso Almirón8, es decir, el intento de infiltración de la extrema derecha en Alianza Popular, lo que nos costó tres secuestros de la revista y, al año siguiente, sacamos el asunto de la mafia policial, el caso de corrupción más grave jamás detectado hasta entonces en el seno de la Policía española, con más de treinta agentes encarcelados. Hasta a Jesús de Polanco nuestro trabajo le pareció una acción encomiable y nos concedió el premio Ortega y Gasset, que rechazamos, lo que no fue obstáculo para que años más tarde uno de sus consejeros me llevara a los tribunales. En quince años de vida profesional viví siempre en el filo de la navaja, defendiendo los ideales de la concordia y la instauración de un régimen de libertades y de democracia para todos, que un individuo de gris intelecto, nefasto políticamente y metrosexual social, José Luis Rodríguez Zapatero, puede poner al borde del abismo en una legislatura.  
Todo el terror, el riesgo y las amenazas con una pistola clavada en la sien que sentí en aquel período de mi vida de iluso «salvador de una patria» en la que cupiéramos todos, sin exclusiones, no significaba nada al lado del dolor inmenso, la amargura inconsolable, la tragedia personal y humana de cualquiera de los personajes que aparecen a continuación en este libro y que se cuentan por millares. Porque, bajo el pretexto de acabar con la lacra de muertes de mujeres —condenables, lacerantes, terroríficas todas ellas—  al igual que las de los hombres, ese terror invisible que no se cuenta en los periódicos, el Gobierno ha instaurado un «estado de sitio» contra los 21.780.869 varones que viven en España, según el padrón municipal de 2005. Así, 400 hombres son detenidos todos los días, miles de ellos sometidos a «juicios de conformidad», que son pantomimas de juicio porque siempre salen culpables, centenares son ingresados en la cárcel, 26.000 son anualmente desterrados de sus barrios, y 140.000 registrados en los archivos de la Policía como delincuentes, aunque el 60% de ellos resultan absueltos en los juzgados penales, 20.000 se acogen a su derecho a no declarar para que el Estado no rompa sus familias. Todo ello ocurre en un clima en que las muertes en el seno de la familia, lejos de disminuir, han aumentado en más de un 50%, con cerca de un 40% de hombres que —perdido todo— asesinan a su mujer y luego se suicidan ellos. Y es que cuando todo el mundo habla de la mediación familiar, la custodia compartida, la detección precoz del maltratador y los programas educacionales para paliar el problema, el gobierno ha decidido matar moscas a cañonazos, meter en la cárcel a miles de hombres por una mínima riña familiar, culpabilizándoles indirectamente de la violencia más grave que comete una minoría, menos del dos por millón de la población masculina española. De todo eso y de otras cosas más trata este libro que no hubiera sido posible sin la ayuda de Sebastián Moreno, la colaboración de Ricardo Artola, Manolo Zazo, Carmen Dorta y Andrés Laína, y los desvelos de centenares de jueces, padres separados y divorciados, madres y hermanas angustiadas y otros centenares de personas que me contaron su caso. A todos ellos mi profundo agradecimiento. Y, como ya es un lugar común en este tipo de obras, los aciertos son de quienes me han ayudado, los errores e inexactitudes, exclusivamente míos.

Y éste, el enlace para descargarlo en PDF. Es un link directo al archivo, sin publicidad, sin trampa ni cartón. Pulsa sobre la portada. 






No dejes de ver este documental:









6 de julio de 2018

141ª noche - ¿QUÉ NOS PASA A LOS ESPAÑOLES?

¿QUÉ NOS SUCEDE A LOS ESPAÑOLES?

Un Gobierno con 84 diputados entrega nuestra soberanía a los golpistas ¿Y NO PASA NADA?

Enaltecen a terroristas, acosan a la Guardia Civil, a sus parejas e hijos, etc. ¿Y NO PASA NADA?

Prohíben el español en las aulas de parte de ESPAÑA, ¿Y NO PASA NADA?

Nos ponen trabas para trabajar en otras Comunidades Autónomas por la exclusividad de las lenguas cooficiales ¿Y NO PASA NADA?

Nos colocan 17 sistemas sanitarios con listas de espera kilométricas, al mismo tiempo que aprueban la Sanidad Universal y completa (sí, incluye la prótesis de cadera por la que llevas un año esperando) para todo el que llegue por tierra, mar o aire de modo ilegal ¿Y NO PASA NADA?

Asfixian con impuestos a la clase media que se supone que defienden, mientras sube el despilfarro de las autonomías, el descontrol en el gasto social y de empleados públicos ¿Y NO PASA NADA? En lugar de poner los servicios a un precio razonable, los ponen a precio de atraco (léase electricidad, IBI, y hasta entierros) y después crean un colectivo que no paga, pero ¿QUIENES SON LOS QUE NO PAGAN? ¿No sería mejor poner un precio justo para todos?

Un ignorante que ha perdido dos veces las elecciones, y cada vez con peor resultado, que lo echó su propio partido por irresponsable y volvió a trepar por el voto de unos cuantos miles de afiliados y solo por eso, desmonta España para saciar su ego y tener un sueldo vitalicio, ¿Y NO PASA NADA?

Unas feminazis desequilibradas hacen creer al mundo entero que España es un país de violadores ¿Y NO PASA NADA? Desaparece la presunción de inocencia de todos los hombres del país ¿Y NO PASA NADA? ¿ES QUE NO TENÉIS HIJOS VARONES?

Se reparten RTVE con descaro ("La tele es tuya, Pablo", dijo Pedro) mientras dicen que la van a despolitizar y consensuar, ¿Y NO PASA NADA?

Nos dicen que hay que pasar página con ETA (último atentado en 2010) mientras nos hablan de la Guerra Civil (1939) y Franco (1975) constantemente para remover los odios ¿Y NO PASA NADA?

¿CALLÁIS COMO ESTATUAS PORQUE TENÉIS UN PAÍS DE RECAMBIO PARA SEGUIR TIRANDO CUANDO ÉSTE SE VAYA A PIQUE?

El PP se ha desarbolado por falta de coraje, porque ha aceptado que el "relato de la izquierda" lo superaba. La izquierda ha ganado el relato y una falsa hegemonía moral. Si Cifuentes infla un currículum, pena de muerte. Lo hace Sánchez, y no pasa nada. Si Aznar hace una crítica, extrema derecha, nazi. Pero lo dice Pablete o Torra y le dan palmaditas en la espalda. La mayoría de las cadenas de radio y televisión están echando basura sobre nuestro país 7 días a la semana, 53 semanas al año. Y no hablan de otra cosa, desde Al rojo vivo hasta La noche de la 6, por no citar al payaso de los tirantes o a las golpistas TV3 y filiales, ni a la alienante Tele5. Y en la escuela, dividida en 17 historias diferentes, se explica el pasado más perjudicial para el país, sea cierto o no. Que Castilla acabó con el "maravilloso" Califato de Córdoba, el oasis de las 3 culturas, que España fue un imperio genocida de ladrones, violadores y asesinos guiados por una Inquisición diabólica, que la Guerra Civil fue un golpe contra una república democrática ESTABLE y que la dictadura de Franco fue peor y más sangrienta que las de la URSS. Ni nuestros enemigos lo harían mejor.

Estar constantemente desmintiendo a estos sectarios es AGOTADOR, pero ¿PODEMOS DEJAR DE HACERLO? Acabarán con nuestras libertades manteniendo un relato que la verdad lo desmonta por sí misma: archivos, museos, hemerotecas, documentos, historiadores, etc. Claro que eso no llega a la gente abducida por el nihilismo cultural imperante.

No cuesta ver en el sectarismo, la violencia y la escasa cultura democrática de la izquierda española más radical a los herederos de quienes hace 80 años asesinaban a católicos, a opositores, a cualquiera que se interpusiese en su ambición, falsificaban actas, destruían o robaban gran parte del patrimonio...

Solo hay que ver cómo se comportan separatistas catalanes y vascos para entender que, desde Felipe V hasta nuestros días pasando por las Guerras Carlistas, todo su empeño ha sido impedir la reforma liberal, moderna y centralista que siempre ha intentado la maltratada Castilla. Mientras la Casa de Austria mantuvo un estado de corte medieval, a base de pequeños taifas con prebendas, casi feudal, la Casa de Borbón inaugura el Estado moderno, igualdad y nueva planta para todos. Pero los "niños bonitos" no están conformes, ellos quieren seguir teniendo un trato especial en el corazón de Papá-Estado. Una idea fascista: "Si eres de tal lugar, tienes más derechos. Si de tal otro, menos. '¡Es que yo soy catalán!', 'Ah, usted perdone que no le haya dado sus privilegios todavía'".

EL RELATO de la izquierda y los separatistas esconde HISPANOFOBIA. Es lo único que une a los miembros de este Gobierno. Y en dos años se pueden derribar muchas cosas. Se diría que el proyecto de España es exclusivo del centro derecha.

¿SALIMOS YA A EXIGIR ELECCIONES? ¿HAY ALGUIEN QUE SE ATREVA A PENSAR EN LO QUE VA A PASAR EN 2019, SI NO SE HACE NADA? ¿A VOSOTROS Y SOBRE TODO A VUESTROS HIJOS Y NIETOS?

¡¡OJALÁ EN LA ALCALDÍA DE MÓSTOLES SIGUIERAN ANDRÉS TORREJÓN Y SIMÓN HERNÁNDEZ EN VEZ DE NOELIA POSSE!!

Este fue el famoso Bando del 2 de mayo:


Señores justicias de los pueblos a quienes se presentare este oficio, de mi el alcalde ordinario de la villa de Móstoles.
Es notorio que los franceses apostados en las cercanías de Madrid, y dentro de la Corte, han tomado la ofensa sobre este pueblo capital y las tropas españolas; por manera que en Madrid está corriendo a estas horas mucha sangre.
Somos españoles y es necesario que muramos por el rey y por la patria, armándonos contra unos pérfidos que, so color de amistad y alianza, nos quieren imponer un pesado yugo, después de haberse apoderado de la augusta persona del rey. Procedan vuestras mercedes, pues, a tomar las más activas providencias para escarmentar tal perfidia, acudiendo al socorro de Madrid y demás pueblos, y alistándonos, pues no hay fuerza que prevalezca contra quien es leal y valiente, como los españoles lo son.

Dios guarde a vuestras mercedes muchos años.
Móstoles, dos de mayo de mil ochocientos y ocho.
Andrés Torrejón y Simón Hernández
Alcaldes

3 de abril de 2018

140ª noche - Las razones de John F. Kennedy

 
  Es necesario recordar las palabras de John F. Kennedy en 1962, cuando se vio obligado a intervenir militarmente en el estado de Mississipi frente a la desobediencia del gobernador contra una ley del Supremo sobre integración racial:
 
 
 
Los estadounidenses son libres, en resumen, de estar en desacuerdo con la ley, pero no de desobedecerla. Pues en un gobierno de leyes y no de hombres, ningún hombre, por muy prominente o poderoso que sea, y ninguna turba por más rebelde o turbulenta que sea, tiene derecho a desafiar a un tribunal de justicia. Si este país llegara al punto en que cualquier hombre o grupo de hombres por la fuerza o la amenaza de la fuerza pudiera desafiar largamente los mandamientos de nuestra Corte y nuestra Constitución, entonces ninguna ley estaría libre de duda, ningún juez estaría seguro de su mandato, y ningún ciudadano estaría a salvo de sus vecinos.
 
JFK                     

22 de febrero de 2018

139ª noche - El pensamiento de los sueños

 
El pensamiento de los sueños, la nueva novela de Pedro Quintana Moreno (2017)
 



ÍNDICE:

01. El pensamiento de los sueños
02. Un deseo inconfesable
03. El ángel del agua
04. Hasta que muera el otoño
05. La bruja de las flores
06. Sin tiempo para volver
07. Una repentina brisa
08. Alberto
09. Danel
10. La comedia
11. La nada y el caos
12. Singularidades
13. La Maresía
14. Un deseo inconfesable II
15. La casa azul: acto I
16. Templos
17. La cajita de alabastro
18. El jardín del primer beso
19. Designios
20. La casa Azul: acto II
21. Los demonios de dios
22. El ayer siempre muere con la noche
23. Lo que no oculta una mentira
24. El Diácono
25. Los días que se ocultan de la luz
26. El sabor del alma
27. El cuerpo de la vida
28. Un mundo perfecto
29. El Cerro de los Cipreses
30. Una cama sin deshacer
31. La casa azul: acto III
32. El llanto oscuro
33. Un mal parto de la noche
34. En el corazón de una esfera de ámbar
35. La flor de los nueve pétalos de fuego
36. El sentido de las cosas
37. El rastro que deja la luz
38. Lo que se ve cuando se mira
39. El sendero del último aliento
40. Del miedo que a la vida le tienen los muertos
41. Fotos sobre un daguerrotipo
42. El pensamiento de los sueños. Epílogo.

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1 de febrero de 2018

138ª noche - Un día cualquiera

   El edificio de oficinas estaba rodeado por varios solares en los que pronto se levantarían nuevos bloques y que, mientras tanto, eran utilizados como aparcamiento, en espera de que el garaje del área de negocios entrara en servicio. La reunión se prolongó más de lo previsto; el cliente era meticuloso y no dejó punto del contrato sin repasar. Mayte miró su reloj una vez más: las nueve y veinte de la noche. Por el amplio ventanal del piso 28 podía ver la ciudad como un enorme conglomerado de pequeñas luces amarillas.
   —No firmaré el contrato si no se especifica una cláusula de penalización. —El hombre parecía sabérselas todas—. Un retraso en la entrega podría hundir mi negocio...
   Mayte empezaba a desesperar. Se levantó con la excusa de tomar un vaso de agua y cuando se situó a espaldas del cliente, lanzó una mirada de apremio sobre su socio.
   —Un segundo —se disculpó éste, alzándose del asiento. Fue hacia Mayte y ambos se alejaron unos metros de la mesa de reuniones—. ¿Sucede algo? —preguntó en voz baja.
   —No puedo quedarme más tiempo, Luis, es tardísimo. Sigue tú, estaré de acuerdo con cualquier cosa que decidas. Tengo a los niños solos en casa, ya son mayores pero estoy preocupada...
   —Claro, está bien. Ve tranquila, no tengo prisa. Y parece que él tampoco —añadió el socio, con un gesto de fastidio.

   Minutos después Mayte caminaba hacia su coche. El solar, en el que horas antes parecía imposible encontrar un hueco, estaba ahora casi desierto, ocupado sólo por algunos camiones y cuatro o cinco automóviles cubiertos de polvo. La zona estaba apenas iluminada por la lejana luz de una farola situada en el cruce con la avenida. La mujer aceleró el paso mientras buscaba las llaves en su bolso. De pronto, de detrás de uno de los camiones allí aparcados vio salir la figura de un hombre que se dirigía hacia ella. Mayte sintió helarse la sangre en sus venas. ¡Había temido tantas veces que sucediera algo así...! Intentó no perder la calma, no gritar ni correr, quizá el hombre iba a alguna parte y simplemente se cruzasen. Con la mano aún en el bolso, soltó las llaves del coche y cogió el espray que nunca pensó que llegara a usar. Le temblaban las piernas en cada paso pero siguió avanzando con toda la naturalidad de que fue capaz, confortada por el artilugio que sostenía en su mano derecha, medio oculto en la bocamanga de su chaqueta. Sintió alivio al notar que la dirección en la que caminaba el hombre no lo llevaba a cruzarse con ella. A medida que se acercaba, pudo distinguir a un joven de mediana estatura y aspecto desaliñado. Desvió ligeramente la dirección de sus pasos, intentando alejarse más del desconocido.

   De súbito, el joven cambió de rumbo y se dirigió abiertamente hacia ella, a grandes zancadas. Mayte se detuvo, petrificada. ¡No te entre pánico o estás perdida!, se ordenó enérgicamente. Aún no sabe de dónde pudo sacar el temple necesario. Ninguno de los dos había dicho ni una palabra, el hombre estaba apenas a dos metros de ella, cuando la mujer, mirando con horror por encima del hombro del desconocido, grito con todas sus fuerzas "¡¡Cuidado!!".
   Lo había pensado tantas veces... Pero nunca creyó que sería capaz de llevarlo a cabo. El joven se detuvo un instante y miró hacia atrás, desconcertado. Era todo lo que Mayte necesitaba. Cuando él volvió de nuevo la cabeza, un chorro de líquido irritante le llenó los ojos y la boca.
   En el suelo, dando boqueadas como un pez en la arena, con los ojos inyectados en sangre, el
desconocido se retorcía. Mayte corrió desesperadamente hacia el coche, revolviendo el contenido de su bolso en busca de las llaves. Se encerraría en él y llamaría a la policía desde el móvil. Aún no podía creer que hubiese salido bien. Jadeante por la carrera, pocos metros la separaban del vehículo cuando un grito tronó en sus oídos:
   —¡Hija de puta!, ¡¡zorra de mierda!!... —La retahíla de insultos fue larga y completa—. Te vas a enterar... —El hombre se había puesto en pie, parcialmente recuperado, y daba pasos erráticos, ciego todavía.
   Mayte marcó el número de emergencias, encerrada por fin en el coche. Respiró profundamente varias veces, tratando de recuperar el habla, que el pánico había paralizado. El desconocido debió de imaginarlo, porque los gritos seguían:
   —Ya puedes llamar a la pasma, puta loca, estoy limpio, tía. Me darán un café con leche y a la calle con una palmadita. ¡Pero tú estás muerta! ¡¡¡Kaput!!! He visto tu cara de fulana, ya te pillaré. Y le daré también recuerdos a tu familia... —sentenció el frustrado agresor, con una cínica carcajada.
   —Emergencias, ¿en qué le puedo ayudar? —dijo una voz de timbre metálico desde el teléfono.
   Maite cortó la llamada. En eso no había pensado. La policía... bueno, ya se sabe. Ella trabajaba allí, tenía que ir todos los días, el hombre sabía dónde encontrarla. ¿Qué podría hacer? ¿Pedirle perdón, ofrecerle su dinero, su coche, su cuerpo, todo lo que él quisiera, a cambio de recuperar la tranquilidad? ¿Darle cada mes su nómina, darle su casa y todos sus ahorros? ¿Ser su esclava? Ni lo más ridículamente excesivo sería bastante. Entonces lo vio tambalearse en la explanada. La farola quedaba tras él, marcando perfectamente su silueta. Prendió el motor,  arrancó en primera y, sin encender los faros, aceleró a fondo. En el último momento cerró los ojos, justo antes de sentir la fuerte sacudida. Después, siguió camino hacia la comisaría más cercana.
© Fernando Hidalgo Cutillas - 2011

28 de enero de 2018

137ª noche - Bajo el tilo

   Hola, Julia. Aquí estoy otra vez. Deja que me siente, que me fatigan la cuesta y los años. Son
bonitas estas flores, no sé quién te las habrá traído ni quiero saberlo, pero me gustan.

   De camino, he pasado por el parque donde te conocí, ¿recuerdas? Claro que lo recuerdas, ¡cómo podrías olvidarlo...! Fue una tarde de septiembre, ya anochecía y tú estabas sentada en uno de los bancos. Te vi desde lejos, mucho antes de que tú me vieras, y me dije ¡vaya mujer! No sé cómo me atreví a sentarme a tu lado. ¿Me permite...? Me miraste con desdén. "El banco es de todos", respondiste. Eso me gustó. No te rías, no; es la verdad. Bueno, ríe todo lo que quieras, porque yo debí de parecer un pasmado, sin saber qué decir. Si hubieras leído mis pensamientos aún te reirías más. Hace calor... No, no hables del tiempo, que es estúpido. ¿Está esperando a alguien, señorita? Lo más seguro que me hubieras respondido: "Y a usted qué le importa". Y entonces llegó el bendito niño con el balón y te golpeó en la espalda. ¿Le ha hecho daño? ¡Niño, deja ya de joder con la pelota! Y así empezamos.

   He visto el tilo en el que grabamos nuestros nombres. Aún están allí, donde nos prometimos amor eterno, siempre uno para el otro. Nada ni nadie podría separarnos. Tú no cumpliste pero yo sí. Ya ves que cada tarde acudo puntualmente a sentarme en la losa que te cubre. No hay más mujer en mi vida que tú, puedes estar segura.

   Pero hoy vengo disgustado porque hay máquinas trabajando en todo el parque, se ve que van a remozarlo. Ya han empezado a remover la placeta donde estaba nuestro banco y pronto levantarán los parterres que hay alrededor. Y también el tilo, seguro. Eso me duele —¿a ti también?— y me preocupa. Me preocupa que al arrancarlo y excavar la tierra encuentren, allí donde lo enterré, el cuchillo todavía ensangrentado.


© Fernando Hidalgo Cutillas - 2011