9 de julio de 2011

42ª noche - El Legado

Los documentales sobre la Segunda Guerra Mundial no se acaban nunca. ¡La última gran guerra!, ha habido después otras, pero nunca tan universales, que conmoviesen tanto los cimientos de la civilización. Hoy pasaron en el Canal Historia otro de esos documentos gráficos sobre el nazismo que, por sabido que sea ya casi todo, siempre son interesantes.
—Parece mentira que ese hombrecillo ridículo pudiera poner en jaque a medio Mundo —ha comentado Elisa al ver unas imágenes de Hitler.
La verdad es que el führer no parecía gran cosa, con su cuerpo menudo, su bigote a lo Charlot y el grotesco saludito que hacía, entre los aguerridos y marciales hombres de su ejército, con los brazos impecablemente extendidos. Pero a veces las cosas no son lo que parecen.
—Hitler fue un monstruo de crueldad como pocos ha habido en la historia, Elisa, pero te aseguro que no era ningún hombrecillo ridículo. Hasta ahora ha sido el único líder político que pudo hipnotizar a ochenta millones de personas y conducirlas a un destino trágico. No seas ingenua...
Ella quedó pensativa, con gesto contrariado. No se le ocurría qué decir pero era evidente que no comulgaba con mi punto de vista. Así que continué:
—Fue el primero que aplicó rigurosamente técnicas de psicología para el control de masas, algo que intentan  ahora casi todos los políticos. Ellos anulan tu voluntad. Han descubierto el modo en que funciona la mente humana y son capaces de manipularla. Si los escuchas, si los sigues, no hay escapatoria...
—Oye, eso me da más miedo aún que la conspiración de la que hablábamos ayer...
—Es que esto ES la conspiración. Empezó a través de los magos de salón y mesmeristas y se ha continuado con la Prensa , la televisión y los psicólogos. ¿No has visto los nuevos programas de psicología, tipo Gran Hermano? Parecen incomprensibles, ¿verdad? Pues sirven para descifrar las claves del funcionamiento de la mente. Publicidad y política están detrás, apostaría una mano.
—¿Con los magos? —Había más incredulidad que sorpresa en su pregunta.
—Ellos sabían mucho sobre sugestión, eran verdaderos psicólogos antes de que la Psicología se descubriese. ¿Tampoco has oído hablar de Erik Hanussen?
—Nunca —confesó Elisa.
—Pues deberías leer El Legado. Su verdadero nombre era Hermann Steinschneider, y paradójicamente era judío. En el principio de esa novela, Blanca Miosi explica todo tal como debió de ser.



El mejor acierto de Blanca Miosi en El Legado es haber imaginado de qué modo pudo un ocultista, un parapsicólogo, un mesmerista, ayudar a Hitler a trepar al poder. No debió de ser a base de conjuros secretos ni pócimas de ojos de murciélago, sino con consejos como los que recoge este fragmento del capítulo III de la novela:




  —Empecemos por darle a usted un título —prosiguió Hanussen como si estuviera en trance—, un gran nombre aparte del que ya tiene, que será recordado eternamente por todo el mundo. ¿Qué le parece... «Führer»?
  —Führer... Sí. Me gusta —afirmó Hitler—, ¡el Führer! —repitió en voz alta levantando la barbilla.
  —También debe instaurar un saludo específico para su persona y su partido. Los romanos acostumbraban saludar al César con un: Ave César, y un ademán muy reconocible: extendían el brazo en dirección a su persona. Algo así como esto:
  Hanussen se situó delante de Hitler y, después de juntar los talones de sus zapatos ocasionando un ruido seco, levantó el brazo hacia él y dijo en voz alta:
   —¡Heil Hitler! —Retomó su postura anterior y preguntó, sabiendo que lo había impresionado—: ¿Qué le parece?
  —Me gusta. Es usted un genio. ¡Heil Hitler! —exclamó con excitación— ¡Ese será el saludo!
  —Y han de hacerlo todos, no sólo al dirigirse a usted, sino entre ellos. Y cuando la multitud que lo aclame se reúna frente a usted, ¿se imagina cómo se verán esos miles de brazos levantados en su dirección? No sólo es un saludo, no —enfatizó Hanussen—, arrastra una fuerza detrás, y toda la energía proveniente de cada uno de esos fervorosos brazos lo transformarán a usted en el Führer que tanto desea ser para su patria. Usted contestará al saludo con un movimiento del brazo, indolente, algo echado hacia atrás, como atrapando la fuerza. No debe otorgar ese poder a nadie.
  —Comprendo perfectamente. En cuanto a cómo hacer para captar la atención de la gente,  puedo aprender.
  —Ensaye usted frente a un espejo. Es importante saber actuar, y que cada gesto suyo se vea tan convincente que parezca real.

El Legado, copyright Blanca Miosi.

4 comentarios:

Blanca Miosi dijo...

Fernando, esta entrada de verdad, me honra. Más que a mí, a mi novela El legado, una novela que me ha dado tantas satisfacciones.
Hitler ha pasado a la historia como la imagen estereotipada de un hombrecillo de apariencia insignificante, sin embargo no era tan pequeño como muchos afirman (medía 1.75mts.); es decir, que era más alto que Mussolini, Stalin y por supuesto, que Napoleón. Y en cuanto a su estatura psicológica tampoco era tan histérico y loco como otros lo pintan. En la novela he querido acercarme lo más posible a como los hechos pudieron haber ocurrido, tratando de utilizar la lógica y el sentido común obnubilado por tantas películas de Hollywood, en las que los alemanes eran una tanda de inútiles desalmados y los americanos listos y valientes.

Tienes razón al afirmar que fue un monstruo de maldad, aunque creo que al lado de Stalin queda bastante corto. Pero ese sería tema para otra novela. Y que conste que tal afirmación la hacía siempre Henry, mi marido, una opinión que no se puede despreciar puesto que él estuvo sometido a las peores vejaciones en Auschwitz.
Te agradezco profundamente esta mención a mi novela, Fernando, y aprovecho para decir aquí que la podrán encontrar muy pronto de manera gratuita en 24symbols o comprarla en Amazon.com por Kindle, ambas en formato digital.

Un abrazo cariñoso, amigo,
Blanca

Antony Sampayo dijo...

Como dice Blanca, Estalin fue peor, pero no cometió la torpeza de Hitler de desafiar al mundo entero.Pero algo positivo de esa guerra es que si hubiera comenzado diez años después hoy Alemania sería el país más fuerte del mundo, pues ya a finales de los cuarenta fabricaban la bomba atómica y los misiles, proyectos que se atrasaron por el conflicto.

Abrazos.

Panchito dijo...

Blanca, aunque El Legado no es una novela propiamente histórica, pues la mayor parte de la trama es ficción, siempre me ha impresionado el tratamiento de la Historia que haces, sobre todo en los primeros capítulos. Rompes unos moldes que durante décadas han estado en la mente de muchos, que confunden a Hitler con la parodia que hizo Chaplin. En este video se ve bien claro que de eso, nada.

Ha sido un placer. Besos.

Panchito dijo...

Antony, Hitler no tiene explicación ni excusa, no se puede comprender, pero se puede entender. La situación en que quedó Alemania en 1918, y después tras la hiperinflación de los años 21-22 era tan desastrosa que favoreció la aparición de elementos extremistas. La Historia dice que la única alternativa al partido Nazi era el comunismo, que la joven URSS de aquel tiempo intentaba exportar a Alemania, Italia y España inmediatamente, y no creo que fuese casualidad que en esos tres países surgiesen los tres "caudillos" fascistas. La Historia a veces se mueve por extraños senderos...

Si Hitler hubiese ganado la guerra no quiero ni pensar lo que sería hoy el Mundo...

Abrazos